Durante cuatro décadas, el Hospital Clínica Bíblica había logrado grandes éxitos basados en la tenacidad y determinación de sus responsables, así como en la administración responsable de los escasos recursos económicos de que disponía, pero en el marco de una sociedad costarricense que se transformaba con rapidez, pasando de ser una sociedad rural a otra de predominio urbano, y donde los indicadores de salud de la población revelaban éxitos sorprendentes, se requería mayor agresividad y visión en materia de gestión de recursos económicos y planificación estratégica del crecimiento y desarrollo hospitalario como instrumentos para preservar y profundizar la identidad institucional. Este fue, precisamente, el desafío que enfrentó la Asociación de Servicios Médicos Costarricenses cuando la Misión Latinoamericana resolvió clausurar el Hospital Clínica Bíblica, decisión que a la larga condujo a que la gestión de este fuese asumida por un grupo de eminentes costarricenses.
En el año 1968, los hermanos Cabezas López y otros costarricenses dieron origen a la Asociación de Servicios Médicos Costarricense (ASEMECO) para así continuar con la obra iniciada por los fundadores, con la firme convicción de mantenerse comprometidos a nunca desvirtuar las bases de aquella misión.
En 1972 la Misión Latinoamericana decidió hacer el traspaso total del Hospital Clínica Bíblica a los costarricenses, pero formuló algunas condiciones.
Una de ellas decía que todos los miembros de la Junta Directiva, así como el director médico, servirían los cargos en forma ad honórem como lo habían venido desempeñando hasta la fecha. Otra condición apuntaba a que el Hospital conservara los servicios de Capellanía.
Por último, se debía constituir una Asociación que, como entidad propietaria del Hospital, invirtiera las reservas que este produjera en fines benéficos de ayuda a la comunidad.
Tanto los personeros de la Misión Latinoamericana como los costarricenses que se hicieron cargo del Hospital Clínica Bíblica compartían los mismos ideales, principios y valores que desde 1929 inspiraban su existencia, así que no fue difícil arribar a un acuerdo fructífero. De esta manera, el Hospital Clínica Bíblica habría de ser el instrumento generador de los recursos económicos para dar sostenibilidad a los Programas de Gestión Social; retornando parte de las utilidades año a año al “Ministerio Árbol de la Vida”, ícono institucional que representa el alcance Social del Hospital Clínica Bíblica dentro y fuera de las instalaciones, en donde todos los colaboradores están comprometidos a efectuar acciones de impacto social y fundamento bíblico que reflejan el amor al prójimo, sea de manera individual o colectiva; procurando bienestar integral (espíritu, alma y cuerpo) a favor del más necesitado.