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Clínicas Especializadas
San José, Costa Rica. 01 de agosto de 2020.
Un grupo de profesionales de la salud, entre ellos médicos, microbiólogos, técnicos y equipo administrativo de Hospital Clínica Bíblica, se disponía no solo a cumplir sus funciones laborales, sino a extender su mano solidaria para brindar ayuda a un grupo de al menos doscientos nicaragüenses varados en el límite entre dos países hermanos, Costa Rica-Nicaragua.
Entre la oscura madrugada, nos dispusimos a realizar ese largo viaje que constaba en cruzar unas cuantas provincias del país, para llegar al límite, eso que llaman frontera norte. Donde el sol, la desigualdad, la incertidumbre, los miedos, entre otros sentimientos, apagaban la luz de aquellas personas que se encontraban “cerca, pero lejos” de su hogar. Entre 12, 13 e incluso 14 días, durmiendo en la acera, sin bañarse, aguantando hambre, las bolsas negras los abrazaban mientras que grupos solidarios de la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano alimentaban sus cuerpos en el almuerzo y cena.
A las 11:00 a. m., fuimos recibidos por el fuerte sol, pero convencidos de que llevábamos esperanza a aquellas personas que entre aplausos y gritos que decían: “Gracias, Hospital Clínica Bíblica”; “Gracias, doctores”; “Gracias, Costa Rica”; “Gracias, gracias, gracias”.
La Móvil de Hospital Clínica Bíblica estaba lista, equipada, con los profesionales adecuados para albergar por unos minutos a los nicaragüenses que se realizaron la prueba, mientras tanto, al son del calor y el sol, los otros funcionarios se ordenaban, se alistaban y llenaban los formularios dándoles los primeros suspiros de fe, para que pronto estuvieran en sus hogares.
Transcurrió un día pesado, Fuerza Pública, policías de Migración, policías fiscales y entes primordiales para la seguridad del país estaban al tanto de nuestra labor, incontables las veces en las que se tuvo que realizar cambio entre quienes fueron el primer filtro para recibir a los esperanzados hermanos nicaragüenses, los equipos de protección se marcaban de sudor y las caras, y las veces en las que se necesitó hidratación formaron parte del día.
Las constantes pitoretas de los furgones que cruzaban la línea fronteriza, los rostros de desesperación, el olor a sudor de esos cuerpos que llevaban 12 días sin baño eran el motivo para dar nuestro mayor esfuerzo, entrega y amor humanitario por el que se caracteriza Hospital Clínica Bíblica, había una frontera, pero el amor a Dios, a los hermanos y a nuestro trabajo nos impulsaban a sacar esa larga fila.
167, 168, 169…, fueron las tres últimas boletas que se llenaron y las tres últimas pruebas aplicadas durante el acalorado día, tan solo les faltaba esperar 48 horas más para conocer sus resultados y así llegar a sus hogares. La mayoría indicaban no presentar ningún síntoma más que las ganas de volver a ver a sus familias y sus hogares.
Para nosotros, aún no terminaba la tarea, desinfectar y dejar en orden aquellos 75 metros de tierra tica que nos recibió durante las horas en las que se efectuaban los procedimientos, el cambio de ropa limpia, la deshidratación y el hambre hacían la vuelta a San José también cansada.
Con el agradecimiento de la directora de Migración y Extranjería, Raquel Vargas; el comandante Alonso Soto; el coordinador de aduana, el señor Carlos Herra, y el grupo de emigrantes logramos cerrar la tarde en armonía con la puesta del sol.
…48 horas habían pasado para que los compañeros de Laboratorio revelaran ese tan esperando resultado para todos aquellos quienes lo único que imploraban era que su propio país los dejara entrar.
Finalmente, resultaron negativas 147 pruebas, 147 personas que seguirán su trayecto a casa después de días de desesperación; las restantes 22 pruebas lastimosamente resultaron positivas, pero con la convicción y fe de que pronto su quebranto de salud pasará.
Mientras tanto, se sacó una gran tarea, se vivió una grata experiencia, sobre todo servir al prójimo con amor, sin condición, y se reflejó la misión y propósito de Hospital Clínica Bíblica.